A María Victoria Palavecino el corazón se le salía del pecho, parada cerca del vallado frente a la Iglesia Catedral. “Toda mi vida imaginé estar en la Plaza Independencia del Bicentenario. De niña soñaba con esto”, contó la mujer a borbotones. Ella vino desde Bernardo de Irigoyen, una localidad de Misiones próxima al límite con Brasil. Los ojos se le iluminaron cuando sintió las primeras estrofas del himno.
Al igual que en la noche de la vigilia del 9 de julio, miles de tucumanos se acercaron por la mañana a la Plaza Independencia para presenciar el izamiento de la bandera y ver de cerca al presidente, Mauricio Macri; al gobernador, Juan Manzur; y a toda la comitiva de mandatarios y funcionarios.
“Soy tucumana de nacimiento y esto me tiene emocionada, no me salen las palabras. Ojalá que nos podamos unir como pueblo y que podamos volver a confiar en los que votamos, porque siempre vemos que nos fallan”, pidió la mujer, que nació en Juan Bautista Alberdi pero emigró hacia la Mesopotamia de joven, cuando la gobernación de Ramón “Palito” Ortega..
Familias completas de tucumanos y turistas se dieron cita en la plaza durante la mañana de ayer para presenciar los actos de protocolo. El paseo público amaneció con una triple línea de vallado.
Parados sobre un banco para ver mejor hacia Casa de Gobierno, Liliana Martínez aguardaba junto a su hija y sus sobrinos Alfonsina, Magdalena y José. Ellos vinieron desde Arroyito, Córdoba, para ser parte de la fiesta. “Quería que mis sobrinos me acompañaran para ser parte de la historia”, explicó la mujer. A unos pasos de distancia, Elena Montoya ajustaba su bufanda. El sol de invierno todavía no hacía su gracia. “Estoy con la misma emoción que cuando fue el desfile de 1966 y el de 2010. Lo que no entiendo es por qué tantas vallas”, contó la jubilada de 68 años, que vive en Barrio Sur. “Me gustaría que el Presidente me diga cómo hago para vivir con la jubilación. Es duro, le tengo miedo a la vejez”, dijo preocupada Montoya.
Al lado de la segunda línea de vallas, Florencia Romano se alisaba el delantal. La estudiante de 5to año del Colegio Nacional se tomó un momento para pensar qué le gustaría que cambie a partir del nuevo centenario. “Que no tengamos más pobreza”, respondió la jovencita, que contó que quiere ser maestra de grado.
Sentados en un banco sobre 24 de Septiembre, Andrea Jurado y Sandra Lucero esperaban que pasen las autoridades desde Casa de Gobierno hasta la Catedral. Las mujeres, de Barrio Victoria, estaban estratégicamente ubicadas: con el paso del tiempo los rayos de sol las harían entrar en calor. “Es una lástima la cantidad de vallas. A pesar de todo, acá se ve el amor que le tenemos a Tucumán”, dijo Jurado. Lucero estaba orgullosa de participar de los festejos. “Es la única alegría que nos queda. En el momento que pasamos este es el único motivo para festejos”, reflexionó Lucero. Cuando finalizó el himno, los cañonazos de salva terminaron de despabilar a los espectadores. Era tal la multitud convocada que el vallado interno de la Plaza se vio desbordado.